COMER EN VALENCIA:
A primera vista, llaman la atención las columnas de ladrillo recuperadas de la construcción original en los bajos de los habituales edificios modernistas de la Gran Vía Marqués del Turia de Valencia. En el corazón del restaurante Vinoblanco, dichas paredes reservan una cava con cerca de 100 referencias entre vinos blancos, tintos, rosados, cavas y champagnes. Suelos de madera, mesas de nogal americano, sillas en estilo post-modernista, muebles y ventiladores orgánicos diseñados ad hoc, así como una iluminación cálida con un punto escénico distinguen dos zonas: barra y restaurante. El proyecto lo firma el arquitecto portugués Nuno Rodrigues y su equipo de Metrobox & Co.
La puesta en escena está vinculada al concepto gastronómico, desarrollado por el Consulting Gastronómico valenciano Cooking Business, de la mano del equipo de Juan Casamayor y Maje Martínez, que han optado por definir una cocina e imagen contemporánea, que bebe del producto local y nacional de mercado, con toques fusión en algunas ocasiones y atrevimientos en otras, pero siempre basada en elaboraciones propias que hacen de la experiencia en Vinoblanco algo diferente. Con una carta de aperitivos para la zona de barra, se puede disfrutar de especialidades que encontramos expuestas en la vitrina como el jamón de Guijuelo de Carrasco, quesos en aceite, aceitunas y salazones de elaboración propia o mariscos de lonja. Un recital de productos ideales para aperitivos, tapeos, tardeo o para cualquier momento del día. Y es que uno de los objetivos de Vinoblanco, es recuperar el tradicional aperitivo de la zona, el que se toma junto a una copa de vino o un vermut en pleno centro de la ciudad: el de las patatas de churrero, las almendras marconas fritas o la tapa de ensaladilla. Además, otro de los proyectos de Vinoblanco es incentivar el Tardeo, a través de eventos los miércoles de cada semana, en los que degustar vinos de diferentes bodegas, aperitivos y disfrutar de un ambiente distendido tras la jornada laboral.
La carta de restaurante agrupa diferentes propuestas para el mediodía y la noche, con una cocina trabajada con actualidad, pero sin dejar de lado la tradición. Entrantes para abrir boca como una coca de sardina ahumada o una ensaladilla, dan paso a platos para compartir como croquetas cremosas, ceviches, tortillas de bacalao, steak tartar y hasta un “Hueso de Mammut”. No faltan las ensaladas donde el protagonista es el producto como el salmón, el pulpo o el pato laqueado, que dan paso a platos principales como carnes, pescados y moluscos a la brasa. Y es que, combinada con las técnicas de cocina más vanguardistas, Vinoblanco ha apostado por introducir la brasa de carbón de encina para jugar con aromas y sabores ahumados.
Y cómo no, los arroces también tienen su protagonismo en la propuesta de Vinoblanco, secos y melosos según mercado y temporada, manteniendo siempre en carta los habituales. Postres como la torrija de cazalla y limón o los canutillos de queso idiazábal con mermelada de manzana y jengibre son el punto y aparte en comidas y cenas. El punto final viene de la mano de una considerable propuesta de vinos dulces, cavas, cócteles, ginebras, rones, whiskys, cognacs y vodkas para la sobremesa.
En definitiva, una nueva apuesta de empresarios valencianos, basada en la gastronomía asequible, de calidad.
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