Son las 6 de la mañana y el trasiego de cajas y carretillas es palpable. Los primeros y madrugadores comerciantes empiezan a abrir sus puestos bajo la atenta mirada de las cúpulas que coronan los 8.160 metros cuadrados de superficie. Arroz, naranjas, anguilas, chufa… y el Mercado Central de Valencia. Todos ellos elementos clave y representativos de una gastronomía situada a orillas del Mediterráneo y que podemos encontrar en la ciudad del Turia.
Porque no hay mejor placer para los sentidos que recorrer los puestos de este mercado en busca de producto fresco, de calidad y autóctono.
Un extraordinario enclave que ha sido fiel testigo de la historia de la ciudad y del paso de los años ya que desde la Edad Media se ha practicado aquí el comercio ambulante. Primero con unos puestos de madera al aire libre que posteriormente en 1839 se completaron con el edificio construido al efecto. No obstante, esta instalación pronto quedó también pequeña y con el cambio de siglo se hizo necesaria su ampliación. Fue entonces, en 1915, cuando los arquitectos Alejandro Soler y Francisco Guardia proyectaron el Mercado Central tal y como ahora lo conocemos y que fue inaugurado en 1928 por el mismo rey Alfonso XIII.
Este edificio de estilo modernista, realizado en metal, vidrio, madera y cerámica, es uno de los grandes baluartes de la arquitectura industrial valenciana junto con la Estación del Norte y el Mercado de Colón.
El Mercado Central de Valencia aglutina a casi 300 pequeños comerciantes que ocupan los más de 1.200 puestos creados de origen y que en muchos casos han pasado de generación en generación. Es el caso de Frutas Selectas Puchades y de su actual propietaria, Merche Puchades, bisnieta del fundador que ya a principios de siglo contaba con un puesto de venta de patatas y cebollas en las inmediaciones del mercado. Mucho ha llovido desde entonces y el negocio, además de incorporar fruta y verdura autóctona, se ha adaptado a los nuevos tiempos ofreciendo a propios y turistas sus deliciosos zumos para llevar.
Estamos ante el mayor centro de Europa dedicado a la comercialización de productos frescos y el primero a nivel mundial que afrontó el reto de la venta on line y reparto a domicilio, incluso internacional, conservando en todo momento la cadena de frío. Este enclave se ha convertido en punto de visita obligada para todo turista que recorre la ciudad. Por ello, es habitual encontrar en cualquiera de sus rincones carteles con información en inglés, alemán, chino o japonés. Circunstancia que ha obligado a muchos vendedores a aprender idiomas para despachar.
100 años ya los que cumple, ofreciendo un producto de calidad top y frescura inmejorable. Es por ello que muchos chefs de la ciudad no dudan en acercarse cada mañana para obtener el mejor genero con el que elaborar sus menús diarios. Aunque sus principales clientes son aquellos a los que les gusta el trato cercano, el buen producto y el asesoramiento de los tenderos quienes no dudan en regalar consejos sobre cómo elaborar una receta o incluso sobre qué fruta u hortaliza puede gustar más en función de la acidez o textura. También uno de los principales atractivos del recinto es la posibilidad de comprar el producto fresco y que te lo cocinen en cualquiera de los bares y restaurantes próximos al mercado.
Naranjas, melocotones, alcachofas, tomates de El Perelló, setas y melones son tan sólo algunos de los protagonistas valencianos que decoran las también llamadas “parades”. Pero no todo es fruta y huerta, también hay espacio para el mar y la montaña. Puestos donde las tradicionales anguilas de El Palmar están expuestas en peceras y que comparten espacio con la “cañailla” de Cullera y otros pescados llegados de las lonjas del Mediterráneo. Carnicerías abastecidas principalmente por gallinas y pollos del campo valenciano y otras variedades tradicionales cárnicas como “pilotes” para cocinar un buen guiso o puchero y “figatells”. Esta oferta se completa con puestos de salazones, embutidos y productos ibéricos, encurtidos y algunos más exclusivos dedicados a la venta de caracoles o de cervezas artesanas valencianas.
Así es que ya sabes, si estás por Valencia, y eres un auténtico foodie, no dejes de poner a prueba tus sentidos y déjate envolver por los olores, colores y sabores de esta joya gastronómica y arquitectónica.