RESTAURANTES MEXICANOS EN VALENCIA:
Según el Diccionario del Español de México, la sobremesa es esa conversación que tiene lugar después de haber comido. Por eso Clementina es lo que es y por eso sus dueños, José Luis y Martha Soto, conversan de una manera especial. Sin prisas y con un amplio relato. Directos desde Ciudad de México, aterrizaron en Valencia –en el corazón de El Cabanyal–, en agosto de este mismo año. Y lo que empezó siendo un retiro, se transformó en una experiencia gastronómica que reivindica la sobremesa mexicana. Aquella que escapa de los clichés para centrarse en lo auténtico.
“Somos un lugar destino, al que llegar de manera intencionada y en el cual detenerse para disfrutar sin prisas”, relata José Luis. Su carta así lo demuestra: platos preparados con cariño y, sobre todo, poco habituales entre la oferta mexicana de la ciudad. Elaborados con producto español, pero con un toque muy personal. La parte líquida tampoco se queda atrás, puesto que sus ocho cócteles invitan a saborear de una manera relajada lo mejor de acá y allá.
En la sala no hay retratos de Frida Kahlo, sombreros de charro ni máscaras de lucha libre. “Son estereotipos que respetamos, pero México es mucho más”, añade Martha. El restaurante Clementina se presenta como una hacienda tradicional y familiar. En ella destacan el ladrillo caravista que se distingue en las paredes y la barra, el mobiliario de madera oscura, el cactus y las mazorcas de colores, y los cuadros clásicos de hogares no tan lejanos. También el factor humano es importante. José Luis y Martha ofrecen cercanía para que el comensal se sienta como de la familia, desde que entra por la puerta y hasta que se marcha tras una sobremesa reposada.
Este relato tan próximo se comprende mejor cuando José Luis detalla su historia familiar. Su familia paterna era madrileña, aunque muy pronto cruzó el charco en busca de una vida mejor. Clementina –su abuela y alma del proyecto–, le inculcó que vivir era compartir. Por eso en su casa siempre hubo gente y nunca sobraron cubiertos. Fue allí, en México, donde él se dedicó en cuerpo y alma a la hostelería durante 40 años. Esta filosofía es la que han querido rescatar en el local que ahora dirigen en la Plaza Virgen del Castillo número 3. Explican ambos que, aunque barajaron instalarse en otras partes de Valencia, escogieron El Cabanyal porque tenía algo especial: “Es un lugar que no es de paso, que anima a que la gente venga y repita”. Además de la sala, Clementina cuenta con una pequeña terraza junto a una fuente rodeada de zona verde y un parque infantil.
Entre México y España
En México, la convivencia alrededor de la mesa es casi un ritual. Porque lo que empieza como un almuerzo, puede terminar en una cena. Las reuniones –y las sobremesas–, son extensas y pausadas. En ellas, la comida está en el centro de todo. Es por eso que la calidad del producto y la forma de trabajarlo son tan importantes. “La materia prima española es extraordinaria y aprovechamos para fusionarla con técnicas, preparaciones y salsas mexicanas”, indica José Luis. Todo es de proximidad, elaborado de forma casera y al momento. Su carta se divide en ‘Entradas para botanear’, ‘Del mar’, ‘Muy de México’ y ‘Para el final’. Un viaje entre dos países que pasa por recetas como…
- El perejil frito acompañado de tortillas de maíz –siempre hay en la mesa–, con salsa picosa, que es como ellos llaman al picante. Se trata de un plato sencillo, aunque peculiar. En España, el perejil no tiene tanta presencia, mientras que en México estos tacos se preparan a modo de entrante. Se puede acompañar de hasta cuatro salsas, diferenciadas según el grado de picor. Lo notarás crujir en la boca.
- El taco gobernador, uno de los favoritos de Clementina y todo un clásico del Pacífico mexicano. Se compone de una tortilla de trigo, langostinos con frijol, queso, salsa de mayo chipotle y aguacate.
- O el volcán ibérico, servido sobre una tortilla de maíz tostada y crujiente. Encima, secreto ibérico y una mezcla especial de quesos. También está la opción de probarlo con bistec o solo.
La coctelería tampoco pasa desapercibida en el restaurante. Desde la Margarita clásica o la Michelada, hasta llegar a otros nombres no tan comunes como el Acapulco Baby Mango con tequila, mango y chile; o el Mezcalita Pomelo con un toque de vermut y un potente sabor ahumado.
Lo que hace más de treinta años era el sueño de una pareja joven que miraba España con nostalgia, ya es una realidad. Clementina ha llegado a la ciudad para demostrar que la calidad, el producto y el cariño son los principales ingredientes de su receta. Aquí todo se disfruta con calma –incluso el tequila–, porque cada plato esconde una historia que merece ser escuchada y saboreada. Por eso Clementina quiere que vengas, pero con tiempo.
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