RESTAURANTES EN VALENCIA:
Si una cosa sabes a ciencia cierta cuando entras en casa de Vicente Patiño es que vas a comer y a comer muy bien. Y eso es, como no podía ser de otra manera, lo que ocurrió la última vez que visitamos Sucar. Un restaurante, al lado del primigenio Saiti, que lleva poco menos de dos años haciendo las delicias de los paladares más exigentes.
Y es que su esencia es como la de su alma mater, honesta y sincera. Ésta, además, bebe de la tradición valenciana y de la prolija experiencia que Patiño ha ido acumulando a lo largo de los años.
Por este motivo, Sucar ha estrenado recientemente un nuevo e informal menú, denominado ‘Raíces’, no exento de guiños, al estar compuesto por algunos de los platos que han marcado la trayectoria de Patiño en establecimientos como Sal de Mar en Dénia, Óleo, La Embajada o el mismo Saiti.
Según Patiño, «son platos que han gustado mucho, que han funcionado muy bien y que la gente te pide volver a probar«. Entre ellos, no podía faltar la falsa empanadilla de bonito macerado, una propuesta que ejercita la memoria de quien la prueba al hacerte retroceder en el tiempo y recordar momentos de infancia y juventud. Pero no hay que pensar en una empanadilla al uso ya que el cocinero le da en su preparación una vuelta de tuerca: nata de levadura en la base, bonito semimarinado en salazón, masa de empanadilla crujiente y emulsión de relleno de pimiento con tomate. Ahí es nada.
Este menú, al que el propio Patiño define como «tradicional y con chispa», se sirve al centro de la mesa y además tiene un precio muy asequible. Los nombres del resto de platos que lo componen hablan por sí solos: caballa agripicante y praliné de almendras y cítricos; puerros braseados, romescu y láminas de ventisca en salazón con consomé de cecina; sepia con gazpachuelo, cabracho de roca frito con adobo andaluz y postre goloso.
Sin duda, una cocina de recuerdo repleta de sabores de antaño que aconsejamos no perderte.
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