COMER EN VALENCIA:
No todos los locales gastronómicos pueden presumir de tener una historia sentimental y familiar detrás. En el caso del Colmado LaLola no sólo eso, sino que ésta es la que da sentido al espacio y a todo lo que allí se ofrece. Es la historia de Violeta y Jesús, dos generaciones unidas por su pasión a la atención detrás de un mostrador y al buen producto. Y es que hace más de 50 años, Violeta despachaba en su ultramarinos de la C/ Peris Brell de Valencia a todo un barrio con resquicios de guerra. Un negocio que ya por aquel entonces heredó de sus padres. Más de medio siglo después, Jesús continúa con la tradición de su madre y abre el Colmado LaLola, rememorando el espíritu de aquel ultramarinos de sus antepasados.
Jesús Ortega se crió entre las paredes de la tienda familiar y ese contacto directo con los clientes fue lo que hizo que muy pronto descubriera cual era su verdadera vocación. Hostelero de profesión y por devoción, él es uno de los referentes del sector dentro del panorama valenciano. Colmado LaLola es el segundo de sus establecimientos. El primero de ellos, el Restaurante LaLola, situado a pocos metros del Colmado, cuenta con una larga trayectoria de más de una década ofreciendo una buena cocina de mercado en un espacio chic, decorado con colores vivos y donde destaca una íntima terraza repleta de flores.
Y precisamente en el Colmado ha querido mantener esa intimidad pero con un aire más tradicional. De hecho, cuando entras en el Colmado es fácil percibir ese aroma a tradición y al alma de los oficios bien hechos, pero esta vez en el siglo XXI con un local de culto en una zona céntrica de la ciudad (concretamente a los pies de la famosa torre de El Miguelete. En su mostrador de productos frescos se pueden encontrar ostras valencianas, nécoras, gamba roja de Dénia, berberechos e inclusive erizos de mar. Además de salazones, ahumados y quesos, todo ello a la vista del cliente.
Tampoco hay que dejar de probar algunos de sus elaborados platos como el revuelto de huevos trufados con puntas de solomillo y ralladura de trufa negra fresca o clásicos infalibles como buñuelos de bacalao, croquetas caseras o la tan valenciana titaina. Además de degustar in situ esta amplia carta de selectas propuestas, el cliente también puede adquirir una gran variedad de estos productos en su versión take away.
Pero no sólo eso, otra de las cosas que llama poderosamente la atención es su cuidado interiorismo donde nada se ha dejado al azar. En él encontramos un fiel reflejo del espíritu de un colmado tradicional donde todo está a la vista pero al que, al mismo tiempo, se le ha conferido una imagen vanguardista y rompedora con el color rojo y la madera como protagonistas. Un estilo ecléctico donde conviven a la perfección mesas de mármol y forja con taburetes altos de aire industrial. Domina el espacio un peso de herencia familiar y un banco de azulejos valencianos rescatados del derribo de una casa típica de la huerta valenciana. Todo ello ha sido merecedor del premio anual que otorga la Federación de Hostelería de Valencia al mejor diseño de local.
Sin duda, un colmado especial que sirve y vende productos especiales.
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