COMER EN VALENCIA:
La cocina fue para Rakel Cernicharo su tabla de salvación. La motivación que necesitaba para encarrilar su vida y dejar atrás su difícil pasado. Un viaje personal que le ha permitido plasmar sus sentimientos y emociones en los platos a los que da vida desde la cocina de su restaurante Karak. Su casa porque Karak significa Ka Rakel, es decir, casa Raquel.
La joven chef encuentra el orden dentro del caos culinario. Le encanta fusionarlo todo, no tiene barreras. Además, su cocina se caracteriza por ser saludable y continuamente está trabajando en recetas macrobióticas que va incorporando a sus menús y a sus platos. Le gusta trabajar con producto de temporada, local y de proximidad. No le gusta usar polvos y usa salsas y caldos propios. Le encanta la botánica, los brotes, las flores que ella misma cultiva y usa con maestría, «no por estética, sino por sabor», confiesa. Defiende la cocina tradicional porque cree que «todo plato innovador tiene que tener su fundamento, una buena base de cocina clásica».
Su nueva carta está repleta de platos que, a buen seguro, darán mucho que hablar. Creativos, arriesgados y potentes a partes iguales donde persigue provocar recuerdos a la gente a través de los sabores. Un esfuerzo importante el de Rakel que ofrece cocina de autor a precio muy asequible. El menú fuerte del fin de semana cuesta sólo 18€ y es que la chef ve en su trabajo una inversión. Como ella misma reconoce muchas veces no mira es escandallo. Sólo se deja llevar por su pasión y su capacidad para combinar certeramente texturas, sabores e ingredientes.
Su símbolo es el ciervo porque le gusta trabajar con carne de caza debido a su origen manchego. De él ha hecho todo un icono y lo usa tanto en su restaurante como en el tatuaje que envuelve su brazo derecho y que le imprime una energía infinita.
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